Me declaro culpable, culpable de tener pensamientos encontrados. Con sentimientos que a veces confunden hasta a mi sombra. De tener días en los que mi bipolaridad se encuentra al máximo, y otros, en los que la dulzura se apodera de todo lo que hago. Me declaro culpable, pues he de confesar que algunas veces pienso que no hay salida. Me declaro culpable, de reconsiderar todas esas “posibilidades” y otras en las que sin importar en las consecuencias he dejado de pensar; y todo ha salido de maravilla.
Me declaro culpable de cada uno de los momentos que he vivido, pues soy la única que ha elegido cada uno de ellos; sin recriminar al espejo a la persona que ha hecho esas elecciones. (yo)
Me declaro culpable, de creer en mí o en las personas en general. En algún punto todos fallamos. Me declaro culpable, de tener conocimiento de ello, pues de esta forma conozco que la caía o desilusión dolerá más pero será más tolerable para todos los involucrados. Y después de todo; querer ser/estar como se elija.
Me declaro culpable de conocer cada uno de los puntos que me hacen débil, de sentir impotencia o quizá de que al recordar el camino hecho hasta el momento no ha sido fácil, pero que si lo fuera no tendría sentido. Me declaro culpable de cada logro conseguido, de disfrutar esas altas, esas bajas y de contar con las personas indicadas para cada uno de ellos.
Me declaro culpable de querer más en mi vida, y no por egoísmo, sino todo lo contrario; para poder ayudar a otros, porque me he dado cuenta que eso me llena de luz.
Me declaro culpable de jugar, reír, llorar y no querer perder a esta niña pues es esa inocencia la que me hace diferente. Me declaro culpable de ser la mujer que soy; pues en esta vida, sólo yo tengo el derecho de hacerlo.
Comentarios
Publicar un comentario