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Mostrando entradas de enero, 2017
Me gusta la gente que se arriesga , que no entiende de fechas , ni de tiempos . Me gusta la gente que no mide el amor en segundos , ni en meses , ni siquiera en años . La gente que solo le hace falta un suspiro para saber que esos ojos son los que quiere ver al despertar cada mañana , que solo le hace falta dejarse llevar para sentir . Me gusta la gente que no tiene miedo a saltar al acantilado, sabiendo que si no funciona la hostia puede ser fuerte ...y aún así , aún así lo hacen con los ojos cerrados . La gente que en 3 meses ya buscan pisos para compartir , la gente que no esta para ostias y tienen claro lo que esperan de la vida . La gente que en 8 meses de conocerse ya van a ser "papas" porque sufrieron demasiado en el pasado como para andar con trueques. Me gusta la gente que vive , que es capaz de amar incluso con el corazon roto . Me gusta la gente que lo demuestra , la gente que forma familias que no son de su sangre y las hacen únicas. Los que creen en las segunda
¿Conoces esa sensación de no querer que se acabe ese momento? Sí, esa sensación de miedo a que si se acaba, no volverá a ocurrir. ¿Conoces esa sensación de hablar de todo en total confianza, hasta de lo más profundo que hay en ti? Exacto, pensar en voz alta con naturalidad, sin reticencias. ¿Conoces esa sensación de parálisis cuando tu mirada conecta con otra? Sí, con el fuego del volcán de los ojos que tienes delante. ¿Conoces esa sensación de llenarte por dentro con el sonido de la risa que has provocado? Esa risa espontánea y contagiosa. ¿Conoces esa sensación de paz al sentir un abrazo? Sí, envolverte con el cuerpo de quien tiene envuelta tu alma. ¿Has escuchado cómo el mundo a tu alrededor se queda en silencio justo antes de lanzarte? De lanzarte a esos labios que te pedían que te acercases un poco más. ¿Conoces esa sensación de vulnerabilidad al mirar a los ojos después de dar un beso? Sí, después de fundirte y de acelerarse tu corazón… ¿Conoces esas sensaciones y la vorágine
Puede que nunca encuentre la fórmula para saber cómo debe amarse a un hombre ...puede también que solo sea más que dejar pasar los días y contar años hasta que ya no te queden dedos y tengas que volver a empezar ... puede... Hacerlo bien , creo que nadie sabe como se hace ... también creo que te despiertas una mañana y ya no tienes escapatoria para nada , estas atrapada en unos brazos invisibles que te aprietan hasta el alma ... y duele ... la cuestión no es hacerlo bien ...simplemente hacerlo de la mejor fórmula que te inventes ... porque amigos , aquí nadie nace enseñando ... Puede que no sea la mejor fórmula del mundo y muchas veces no te servirán de mucho o quizás de nada ... pero si la encuentras será la fórmula de tu vida y yo mejor o peor ... hice la mía y parece que a veces funciona y otras en cambio ... la vuelvo reinventar.
Tal vez si lo intento y empiezo por mi, el mundo algún día pueda ser mejor. Cuando me quite los prejuicios y comprenda, que la vida es algo más allá de lo que se puede ver, que el amor es el lazo que nos hace estar unidos, que la amistad es la base de cualquier relación y que el verdadero agradecimiento es cuando aceptas lo que se te da y lo devuelves a la vida.
Me enamoré. Me enamoré de el, de su sonrisa. Porque me importaba una mierda lo que pasara si el estaba sonriendo. Y me enamoré de su boca, de cada palabra. Me gustaba incluso cuando se enfadaba y ponía morritos deseando que fuera por detrás y lo cogiera para no soltarlo; y ojalá no lo hubiera soltado nunca. Me enamoré, joder, pero ya no me cuesta decirlo. Porque me enamoré de sus ojos, ¿y qué me importa que no sean de un color especial?. Me enamoré de sus ataques de éxtasis, de cuando cantaba bajito porque estaba feliz, pero no quería que lo escuchara. De cuando me abrazaba fuerte porque decía que tenía miedo de perderme, cuando me apretaba porque solo yo sabía que era entonces cuando tenía que quererlo más que nunca. Me enamoré de lo listo que era y de lo tonto que se ponía a veces, incluso de cuando fingía serlo. De sus abrazos y aún, a veces, echo en falta alguno. De cómo se tapaba la boca cuando lo veía comer. De eso me enamoré, de lo bueno y de lo malo. De sus ganas de estar conm
Vamos a alquilar un departamento sencillo, trabajar medio día, dedicarnos a querernos y alternar para apagar la luz por las noches aunque tú siempre estés más cerca. Vamos a darnos la espalda en la madrugada, buscarnos cuando calculemos que ya va a amanecer para abrazarnos y despertar pegados.Vamos a hacer el mercado y comer sano y adivinar el postre que uno que otro día se nos antoje a cada uno. Vamos a hacer un libro para escribir todo lo que nos pasamos platicando en las tardes con lluvia aunque lo lea nadie más que tú y yo. Vamos a quitarnos la ropa y dejarla por todos lados y lamernos por todos lados y sonreírnos por todos lados. Vamos a poner música de esa que se escucha viendo al techo mientras me tomas apenas de la mano y yo susurro cosas que no escuchas pero entiendes muy bien. Vamos a ver películas que me tengas que explicar después, vamos a hablar en otro idioma y terminar besándonos como nunca habíamos besado antes. Vamos a confesarnos secretos de la infancia y a hablar
Freud decía que las coincidencias no existen; que cuando nos topamos con alguien de casualidad es porque ya lo habíamos visto antes con el rabillo del ojo y lo dejamos pasar, pero se quedó ahí, en nuestro subconsciente y no paramos hasta conseguirlo. Quizás eso es lo que me pasa contigo, tal vez en algún momento me topé contigo sin darme cuenta, quizás en otra vida o en un tiempo que no logro recordar. El hecho es que quiero intentarte hasta que me salgas bien; y no sé si llamarte coincidencia, casualidad o destino, lo que sé es que quiero seguir topándome contigo en el camino hasta poder un día terminarlo contigo.
Tengo la mala costumbre de no pedir nada pues a mí solo me vale lo que se da de verdad, si hay que pedirlo, ya no lo quiero. De besar sapos con los ojitos entreabiertos esperando que la transformación en príncipe azul tenga lugar, y qué va! eso son sólo cuentos, y al final a mí me gusta siempre el dragón, el que da miedo... El que te acaba haciendo daño... Quizás sin quererlo. Tengo la mala costumbre de ser real, cuando al parecer todo ahí fuera es falso, paseándose con máscaras y con sentimientos de carnaval. No lo entiendo. La mala costumbre de parecer que nada me importa cuando lloras por dentro, porque todo importa, absolutamente todo. La mala costumbre de creer en un te quiero y en un te echo de menos, que al final parece que son bolsitas de "tés", te los tomas y... corriendo. De buscar significado en las canciones, en las pequeñas casualidades... Ignorante... De mirar viejas fotos y no tan viejas, y sonreír mientras una lagrima va cayendo. La mala costumbre de acordarme
En mi defensa a mi adicción, puedo decir que ÉL lo propicia (por ser una especie de hombre fatal) y ante su falta de atención cada vez mayor. La adicción es la típica en todas las historias de amor basadas en el encaprichamiento. Todo comienza cuando el objeto de tu adoración te da una dosis embriagadora y alucinógena de algo que jamás te habías atrevido a admitir que necesitabas -un cóctel tóxico-sentimental- quizás, de un amor estrepitoso y un entusiasmo arrebatador-. Al poco tiempo empiezas a necesitar desesperadamente esa atención tan intensa con esa ansia obsesiva típica. Si no te dan la droga, tardas poco en enfermar, enloquecer y perder varios kilos (por no hablar del odio que te ha fomentado la adición que ahora se niega a seguirte dando eso tan bueno). Y pues, ya está. Ya has llegado al destino final del amor caprichoso: la más absoluta y despiadada devaluación del propio ser.
Hoy tuve ganas de desvelarme y escribir. De escuchar música vieja. De platicar con quien sea. De buscarle un sentido a la vida. De hacer planes. De viajar. De conocer. De enamorarme de sitios. De conocer gente. De no sentirme mal por quién soy. De alcanzar mis sueños y abrazarlos. De no caer en mí y en lo que me he estado convirtiendo. De reír. De leer. De no dejar de sentirme así.