¿Conoces esa sensación de no querer que se acabe ese momento? Sí, esa sensación de miedo a que si se acaba, no volverá a ocurrir. ¿Conoces esa sensación de hablar de todo en total confianza, hasta de lo más profundo que hay en ti? Exacto, pensar en voz alta con naturalidad, sin reticencias. ¿Conoces esa sensación de parálisis cuando tu mirada conecta con otra? Sí, con el fuego del volcán de los ojos que tienes delante. ¿Conoces esa sensación de llenarte por dentro con el sonido de la risa que has provocado? Esa risa espontánea y contagiosa. ¿Conoces esa sensación de paz al sentir un abrazo? Sí, envolverte con el cuerpo de quien tiene envuelta tu alma. ¿Has escuchado cómo el mundo a tu alrededor se queda en silencio justo antes de lanzarte? De lanzarte a esos labios que te pedían que te acercases un poco más. ¿Conoces esa sensación de vulnerabilidad al mirar a los ojos después de dar un beso? Sí, después de fundirte y de acelerarse tu corazón…
¿Conoces esas sensaciones y la vorágine de sentimientos que se arremolinan y salen disparados en forma de besos y caricias? Pues todo eso debería sonarte, porque todo eso lo provocas tú…
Comentarios
Publicar un comentario