Podría decirte:
Podría decirte que hay abrazos que duran toda la vida, cuando cierras los ojos. También podría contarte que hay personas que aparecen cuando ya no se espera a nadie y te hacen temblar cimientos, estrenar sentimientos y perder completamente la cordura en ellos. Podría pedirte que me volvieras a besar, más importante aún, que volvieras a hacerme reír y que me hicieras olvidar los miedos debajo de las sábanas una vez más. Pero yo no pido nada a nadie, si lo tengo que pedir, ya no lo quiero. Podría decirte que tu espalda se dibuja con mis besos y mi frente con sólo uno, de tus labios; que tu ingle tiene un punto de temblor y otro de ardor en el lado contrario, que en tu piel podría perderme un otoño, siete meses de invierno o unos días de verano, y que me hubiera gustado que me cogieras de la mano, así de simple e ingenuo, mientras paseábamos. Podría decirte que me quedé con ganas de morderte la risa en distintos lugares, desde un sofá a una cafetería, un banco en un parque, otra cama o cualquier ciudad con sus luces encendidas. Podría decirte que yo extrañaré lo que nunca vivimos y que eso sí duele, pues echar de menos es el precio a pagar por vivir momentos que te ilusionan de más. Podría decirte que te llevas un pedacito de mí, exactamente ese que tengo que dejar ir porque podría decirte que no quiero irme pero es que tampoco sé cómo quedarme. Podría asegurarte que hay personas que esperas que te salven y te acaban matando, y yo, yo ya morí antes de tí y hoy sé qué esperar... Sólo puedo esperar de mí.
Y mucho más podría decirte... Pero, mejor no te diré nada...
Podría decirte que hay abrazos que duran toda la vida, cuando cierras los ojos. También podría contarte que hay personas que aparecen cuando ya no se espera a nadie y te hacen temblar cimientos, estrenar sentimientos y perder completamente la cordura en ellos. Podría pedirte que me volvieras a besar, más importante aún, que volvieras a hacerme reír y que me hicieras olvidar los miedos debajo de las sábanas una vez más. Pero yo no pido nada a nadie, si lo tengo que pedir, ya no lo quiero. Podría decirte que tu espalda se dibuja con mis besos y mi frente con sólo uno, de tus labios; que tu ingle tiene un punto de temblor y otro de ardor en el lado contrario, que en tu piel podría perderme un otoño, siete meses de invierno o unos días de verano, y que me hubiera gustado que me cogieras de la mano, así de simple e ingenuo, mientras paseábamos. Podría decirte que me quedé con ganas de morderte la risa en distintos lugares, desde un sofá a una cafetería, un banco en un parque, otra cama o cualquier ciudad con sus luces encendidas. Podría decirte que yo extrañaré lo que nunca vivimos y que eso sí duele, pues echar de menos es el precio a pagar por vivir momentos que te ilusionan de más. Podría decirte que te llevas un pedacito de mí, exactamente ese que tengo que dejar ir porque podría decirte que no quiero irme pero es que tampoco sé cómo quedarme. Podría asegurarte que hay personas que esperas que te salven y te acaban matando, y yo, yo ya morí antes de tí y hoy sé qué esperar... Sólo puedo esperar de mí.
Y mucho más podría decirte... Pero, mejor no te diré nada...
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